De hecho, cuando visitamos Berlín la impresión que provoca es de discontinuidad total, reflejo siempre de la historia de Alemania, sobre todo en el siglo XX (lo que hace que sea aun más interesante). En el siglo XIV, Berlín era la villa principal de la Marca de Brandenburgo. El crecimiento de Berlín iba acompañado de un afán de independencia y, para hacer frente a los príncipes alemanes, la ciudad buscó una alianza con la Hansa en 1430. La publicación de los tesis de Martín Lutero en el siglo XVI, fue recibida clamorosamente en Berlín, que se convirtió en ciudad protestante (1539). La guerra de los 30 años (1618 -1648) dejó a Berlín y Brandenburgo en un estado deplorable. Al cabo de la guerra, el príncipe elector Federico Guillermo hizo reedificar la ciudad y la convirtió en fortaleza. El desarrollo económico y demográfico fue impulsado por colonos protestantes provenientes de Francia, expulsados a consecuencia de la revocación del Edicto de Nantes en 1685. Con la construcción de nuevas ciudades (que después se conviertieron en distritos o barrios) como la Friedrichstadt y la Dorotheenstadt Berlín volvió a encontrar su grandeza (Federico I). Bajo los reyes prusianos siguientes, la ciudad se extiende y prospera, debido también a su papel de residencia real. Fue un lugar atractivo para extranjeros e intelectuales. Federico II (el Grande) quiso ser un soberano ilustrado y albergó a Voltaire y Rousseau en su corte obsequiando Berlín con nuevas instituciones culturales como la ópera. Con el siglo XIX empieza la industrialización (fábricas siderúrgicas y textiles). En 1871, Berlín se convierte en capital del imperio alemán que acaba de ser creado, debido a las ambiciones de Bismarck, en primer lugar. Después de la primera guerra mundial deja de existir y se funda la república de Weimar; Berlín sigue siendo capital, igual que bajo los nazis. Durante la segunda guerra mundial, es un blanco prioritario. La batalla con las fuerzas armadas soviéticas es muy dura y los daños y pérdidas son considerables: la población baja de 4,3 millones de habitantes en 1939 a 2,8 millones en 1945. Una gran parte de la ciudad está destruída, el centro un descampado de ruinas y escombros (retirados por las tal llamadas “mujeres de los escombros”). Al final de la guerra, Berlín fue dividida en cuatro sectores de ocupación: americano, inglés, francés y soviético. Lo sectores americano, británico y francés estaban agrupados como los aliados del oeste y forman Berlín-Oeste, mientras que el sector soviético se convierte en Berlín-Este y capital de la República Democrática Alemana. Entonces, Berlín-Oeste se convierte en la piedra del escándalo entre los dos bloques políticos durante la guerra fría cuando la Unión Soviética intenta recuperar Berlín-Oeste organizando un bloqueo, desde el día 24 de junio de 1948. La respuesta de los americanos, al día siguiente, fue la creación de un servicio de “puente aéreo”, asegurando con vuelos de abastecimiento la supervivencia de la población, que fue mantenido hasta el fin del bloqueo el 30 de septiembre de 1949 (213.000 vuelos y 70 pilotos muertos). El día 13 de agosto de 1961, el régimen pro-soviético de la RDA empezó la construcción del muro de Berlín que separaba las dos partes de la ciudad. Hasta la caída del muro el día 9 de noviembre de 1989, Berlín era centro de manifestaciones contra la ocupación rusa y un escaparate ideológico de los dos bandos. Berlín-Oeste, como isla en medio del bloque soviético, era muy atractiva para los jóvenes alemanes y los artistas. Hoy, Berlín es otra vez la capital de la Alemania unificada. Esta ciudad ofrece a sus numerosos visitantes un viaje a través de las épocas que ha vivido y de los papeles que le ha tocado hacer en algunos capítulos de la historia mundial. Nos encantaría tener la oportunidad de hacerle comprender mejor esta historia, dentro del marco de una de las visitas guiadas que ofrecemos. ¡Hasta pronto!
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